martes, 5 de febrero de 2013

No somos una feria de arte

A pesar de las múltiples alteraciones que el sector artístico ha experimentado en toda su historia hay una  premisa que se ha mantenido firme en sus conclusiones, ésta es la vocación del artista, una asignación existencial que dota a un trabajo artesanal e intelectual de un halo de virtuosismo y genialidad.

En los tiempos que corren la práctica artística se ha establecido como una rama profesional de un gremio un tanto abstracto pero que gestiona empresarialmente sus recursos. No obstante las exigencias del producto siguen siendo esa chispa de auténtica vivencia sensorial, una aportación que sólo puede obtenerse de una gratuidad y una libertad total de expresión. Una manifestación coartada no puede considerarse arte sino publicidad.

El arte debe ser libre y gratuito, sin perjuicio de una compensación derivada.

¿Qué sucede en una ciudad saturada de ferias comerciales? Fácilmente podemos atisbar que es lo que no sucede. 

La practica artística debe ser parte y reflejo de la sociedad que la sustenta y debe alzar un deseo mayor que el de la ambición, debe alzar un ansia de felicidad, de justicia, de igualdad, de derechos y de libertad, por eso lo llamamos arte y por eso lo vamos a enseñar en la calle.


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